Prácticas amigables con el medio ambiente desde el juego

May 25, 2018

Las experiencias que viven los niños desde el juego aportan a relacionarnos y a comprender cuáles son las implicaciones de las acciones que cotidianamente realizamos en relación con nosotros mismos, con los otros y con el medio ambiente. La ecología hace parte de nuestra vida y es necesaria y vital para nuestro desarrollo; las prácticas amigables con el medio ambiente implican más que una toma de conciencia un cambio de actitud en las formas de ser, hacer y estar en el mundo, es decir, una nueva manera de relacionarnos acorde con las necesidades de nuestro tiempo.

 

Las ludotecas son espacios de juego y de formación para los niños; su potencial radica en que las ludotecas y los espacios simbólicos que constituyen el juego aportan a la formación humana, es decir, a una formación que es para la vida en relación consigo mismo, con los otros y con los entornos en donde habitan los niños. La educación ambiental y la transformación que se espera a todo nivel a partir de la formación en todos los ámbitos locales, no es posible si desde edades tempranas no empezamos a re-construir las formas de ser, hacer y estar en el mundo. Y esto implica, necesariamente, que los procesos de formación se fundamenten en experiencias sensibles, que incursionen en maneras novedosas de entender las diferentes dimensiones de la existencia para que los niños comprendan que somos parte de un entramado de relaciones en donde aquellas cosas que hacemos a lo largo de nuestra vida tienen consecuencias para todas las formas de vida en el planeta.

 

El juego como experiencia fundamental para el ser humano, logra conectar a los niños con el ambiente de manera más sensible y natural, lo que permite que esa conciencia ambiental se refuerce e inspire en ellos nuevas maneras de ser y de relacionarse en los espacios de la vida cotidiana: la casa, la escuela, el barrio, el jardín, el municipio… El cuidado ambiental requiere una transformación del ser y de cambios en nuestra actitud, las Ludotecas NAVES (Niños aprendiendo, vivenciando, experimentando y socializando) aportan, a través del juego, a esos procesos tan importantes para la vida de los niños ayudando a generar cambios que afectan positivamente sus entornos vitales generando transformación social.

 

La propuesta de trabajo desde las prácticas amigables con el medio ambiente con niños involucra las diferentes escalas, tanto individuales como colectivas, en lo que respecta a la vida cotidiana al igual que a la reinvención y resignificación de las relaciones, maneras de compartir más democráticas y con un mayor sentido de la responsabilidad expresada en sus formas de participar, en la manera de percibir el entorno, concebir el mundo y hacer parte de él; igualmente, adentrarse en el juego desde una perspectiva completamente nueva. Por ejemplo, cuando los niños se integran a través del juego con elementos de la naturaleza (apreciar las flores, observar a los animales, recorrer caminos, moverse entre sendas, bordes y límites naturales) lo hacen de manera novedosa, juegan a explorar el medio, en donde en el juego ellos asumen roles de arqueólogos, aventureros, animales, exploradores, etc., también incluyen elementos fantásticos como ojoscopios (lupas para ver a manera de zoom) u observan a través de los ojos de los insectos utilizando caleidoscopios que permiten que la mirada se bifurque en distintas perspectivas. El recorrer pegados al piso, sentir la hierba en el cuerpo, abrazar a los árboles, sentir el agua en los pies, jugar con las piedras de los ríos, atravesar obstáculos naturales cuando escalan o recorren los prados, jugar a escondidas en los bosques y mimetizarse con la vegetación para hacerse imperceptible a la vista de los compañeros, todas estas posibilidades que nos introducen en el medio ambiente a través del juego permiten nuevas relaciones más sensibles, más experienciales.

 

Esta perspectiva del jugar en la naturaleza directamente podría ser una manera de comprender al ser humano en un sentido relacional con el ambiente, centrándose en aquello que los niños podrían aprehender e incorporar desde la ecología, en este sentido, crear y recrear nuevas formas de ser y estar en el mundo. Guattari (1990) comprende estos procesos desde lo que él denomina “disposiciones de producción de subjetividad”[1], es decir, procesos de re-singularización individual y colectiva más allá de una producción “mass-mediática” sinónimo de conformismo, desasosiego, desarraigo e irresponsabilidad con el entorno.

 

Estas apuestas, que desde el juego implican “prácticas amigables”, se fundamentan en el desarrollo de procesos y experiencias específicas que buscan transformar y reinventar las formas de ser en el espacio de la ludoteca, en el ámbito de la escuela, en el corazón de la familia, en los entornos del trabajo, en los diferentes ámbitos vitales de los niños con el ánimo de generar una “conciencia ambiental”. Las ludotecas se convierten en ciénagas, laberintos, bosques mágicos, ríos para la aventura, desiertos, planetas lejanos, estrellas fugaces, y allí, el espacio se transforma porque a través de la creación colectiva se ambientan de acuerdo con la Aventura que se propone, los personajes cobran vida en el juego compartiendo sus narrativas y dejando mensajes para los niños a través de la conversación, los cantos, las rondas:

Ay, esta manito que no me da, que la tengo tiesa como un compás, manteca de Iguana le voy a untar, pa que se meneen de allá y pa ca, de allá y pa ca, de allá y pa ca… (todos bailan y se menean)”. Cuando acaba la ronda todos los niños se convierten en iguanas, salen a correr y empieza el juego de “perseguidas”, en donde unos cogen a otros para que estos se conviertan de Iguanas en niños…”. Una vez finalizado el juego, se conversa sobre la importancia de las iguanas para los niños de la región caribe y dónde están los entornos naturales de estos animales, se reflexiona con ellos sobre el por qué están en vía de extinción y la responsabilidad que tenemos todos para que estas especies no desaparezcan.

 

Los niños realizan –a partir de procesos concretos de experimentación y de reflexión desde el juego– toda una apuesta ético-estética que pretende más que atender la urgencia del momento o participar de una propuesta en torno a una temática particular, propiciar movilización de pensamiento en relación con la manera de interactuar con los ambientes naturales y sociales. En algunas regiones, el tema central es el cuidado del agua, la limpieza de los causes, la necesidad de no arrojar basuras a los sumideros y depósitos de agua, el cobijar nuevos hábitos a la hora de cepillarse, cerrar las llaves de agua, apagar las luces, y una serie de pequeñas acciones que, poco a poco, permiten que los niños adopten costumbres más amigables con los recursos del planeta.

 

En otras regiones los niños, a través de salidas ecológicas y recorridos, se convierten en piratas y exploradores, llevan sus brújulas, sus mapas, sus lupas de exploradores y salen a campo abierto a descubrir “los tesoros de la naturaleza”. Allí se da el encuentro con el medio, con los habitantes naturales de la vida silvestre, con las mariposas, los insectos, las ardillas, las tortugas… en donde la sola exploración se convierte en la mayor aventura. Pero jugar en el río, pasear por los senderos, realizar juegos en campo abierto, saltar, correr, interactuar con el agua y compartir en todas estas actividades con sus pares implica que los participantes, más que conversar, más que dialogar están invitados a cooperar, participar, interactuar, y desde allí toda una apuesta que, desde la experiencia, plantea maneras novedosas de crear conocimiento y compartir las vivencias en donde ellos son los protagonistas.

Se trata de que desde el juego, el conjunto de las relaciones a que están invitados los niños se enriquezca en contenidos y opciones activas. Por ello, no es suficiente con el discurso como si solo fuera una realidad que está en el lenguaje, buscamos que los niños participantes vivan y experimenten nuevas maneras de relacionarse que tienen por esencia la transformación de la subjetividad, es decir, cambios que afecten positivamente la vida de los niños y sus familias, enriqueciendo el cómo se relacionan con el mundo, su actitud frente al medio, con sus amigos, con sus compañeros de juego, con la vida.

El juego de la Polilla y el murciélago es ilustrativo al respecto; en círculo, los niños se disponen para que los murciélagos, en un vuelo nocturno, emprendan la cacería de las Polillas; un niño con una venda se tapa los ojos (hace de murciélago) y otro que tiene los ojos destapados (hace de polilla), solo pueden jugar en el círculo porque los demás niños no los dejan salir, cogidos de las manos impiden que el niño-polilla escape o el niño-murciélago se tropiece. Las polillas son muy rápidas y tienen muy buena vista, pero en la noche en medio de la oscuridad quedan expuestas a los murciélagos y deben escapar para salvar su vida. Los murciélagos –al ser ciegos– deben desarrollar estrategias de radar, y enviar sondas sonoras para percibir a las polillas en la noche, su alimento favorito. Los murciélagos hacen “tic” y las polillas deben responder “tac”, y así, con el sonido acelerado deben encontrar su presa; el juego termina cuando el murciélago ha capturado a la polilla y para ello solo basta con un simple roce. Con este juego los participantes se divierten y promueven valores colectivos como el cuidado del compañero, la escucha de la naturaleza, la comprensión del mundo animal y las relaciones de necesidad mutua en un ecosistema pues sin las polillas la existencia de los murciélagos se vería amenazada.

 

Consideramos –retomando la propuesta de Guattari– que la ecología está compuesta por tres registros o coordenadas que la atraviesan transversalmente:

 

El primer registro o coordenada hace referencia al “sí mismo” o “la ecología mental” que tiene que ver directamente con la relación del niño con su cuerpo, su individualidad, su posición frente al mundo, el cómo se posiciona frente a los otros desde sí mismo, frente al entorno (tanto privado como público), frente a los imaginarios que se construyen socialmente, frente a la finitud del tiempo, los “misterios” de la vida y de nuestro paso por el planeta pensando en un futuro, más allá de nuestra presencia.

 

El segundo registro o coordenada habla de “lo colectivo” o la “ecología social”, que tiene que ver con las relaciones sociales que los niños establecen con los otros, allí están presentes tanto las relaciones grupales como las relaciones individuales, sin embargo, el mayor interés de las ludotecas es potenciar lo colectivo como posibilidad de reconstrucción de las relaciones humanas a todos los nivelesLos niños se convierten en unos actores sociales capaces de resignificar y de reinventar las relaciones sociales en lo que tiene que ver con la ecología, la ética, la comunidad, la amistad, la política, las relaciones familiares, de la escuela, etc.

 

El tercer registro tiene que ver con “el entorno” o la “ecología medio-ambiental”, la cual nos plantea la necesidad de interrelacionarnos con los espacios, lugares y territorios de la vida cotidiana, ya no desde una postura instrumental, sino desde una perspectiva relacional, en donde cada niño comprende que somos una parte, no la más importante, ni la más relevante de la vida del planeta, pero sí una parte esencial para su subsistencia; ellos comprenden que el equilibrio del planeta es una multiplicidad de relaciones de interdependencia en donde cada uno de los seres que habitan en el ambiente juegan un papel significativo y si se afecta tan solo uno de ellos todos los demás seres se verán afectados.

Como en el juego de la red, en donde cada niño es un animal o elemento de la naturaleza: un niño es un árbol, en el cual se posa otro niño que es un pájaro, hay un oso que come miel del panal que está en el árbol, del cual también se alimentan unas hormigas que extraen el azúcar de la miel, las abejas van por las flores recolectando el néctar con el que preparan la miel, hay una familia que endulza sus alimentos con la miel y también gustan de las naranjas que da el árbol, en el árbol también vive una familia de ardillas que se alimentan de las nueces de otro árbol que está cerca… y así se van extendiendo las historias hasta que todos los participantes asumen un rol en la naturaleza, poco a poco se van descartando uno a uno cada elemento, hasta que el equilibrio del ecosistema se torna insostenible… las basuras contaminaron el agua, las personas cortaron los árboles, las aves y las ardillas perdieron su hábitat y así, poco a poco, cada niño comprende que todos los seres de la naturaleza son importantes y necesarios para la vida. El viaje va de lo individual a lo colectivo y viceversa.

 

Obtenido el 25 de abril en: https://bit.ly/2s8ttfX

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