Douglas H. Clements y Julie Sarama, expertos en educación temprana, miembros de DREME Network –iniciativa de la Universidad de Stanford– y del proyecto Making More of Mathematics, aseguran que existe una gran confusión con respecto al rol del juego y el aprendizaje de la matemática en la primera infancia. Algunos creen que estas dos cosas no se relaciona de ninguna manera, aunque en realidad sucede todo lo contrario. Clements y Sarama aseguran que uno no elimina a lo otro y por esto mismo, comparten una serie de hallazgos que evidencian que en realidad existe una falsa dicotomía entre el juego y la matemática:
El primer hallazgos evidencia que los niños participan naturalmente en la matemática a través del juego libre. Esta afirmación nace de la observación de niños en la cual se pudo percibir que al menos una vez por minuto, los niños desarrollaban un pensamiento matemático a través del juego.
El juego matemático revela un conocimiento intuitivo de ideas que la mayoría de la gente piensa que los niños pequeños no pueden entender, desde la aritmética y las proporciones, hasta los ángulos rectos. A los niños les encanta aprender el lenguaje de la matemática y lo mejor es que ese lenguaje les permitirá, a futuro, entender mucho mejor otros conceptos.
Las clases de matemática aumentan la calidad del juego de los niños pequeños. Los niños que participan en aulas donde tienen acceso a la matemática, tienen más probabilidades de participar en un juego social de mayor calidad. Las nuevas ideas (matemáticas) energizan un buen juego y por esta razón, estas dos cosas no deberían competir, sino complementarse.
Si los niños juegan con objetos matemáticos antes de que se les pida resolver problemas con ellos, tiene más probabilidades de tener éxito académico y más posibilidades de ser más creativos.
Según explican los expertos, la investigación ha demostrado que el juego libre puede formar las bases conceptuales intuitivas para la matemática que se aprenderá posteriormente. Más tarde, estas ideas que surgen del juego son representadas por los niños y esto es que lo ellos llaman “proceso de matematización”. Es importante, por lo tanto, ofrecer a los niños estas experiencias “matematizadas” en las cuales el juego cumpla un rol determinante. ¿Por qué? Porque esto permitirá que los niños más pequeños a través de los materiales que utilizan para el juego, se involucren en razonamientos matemáticos significativos.
“Las matemáticas se pueden integrar con el juego y las actividades continuas de los niños, pero esta integración generalmente requiere un plan de estudios y un adulto con conocimientos que cree un ambiente de apoyo y proporcione desafíos, sugerencias, tareas y lenguaje. Combinar el juego libre con la enseñanza intencional y promover el juego con objetos matemáticos e ideas matemáticas es pedagógicamente poderoso”, afirman los investigadores.
Obtenido el 18 de julio en: https://bit.ly/2Np5hhG
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